Cuidado de mayores

Qué es la economía de los cuidados.

No te voy a hablar de una profesión, sino más bien de un sector que abarca profesionales diferentes, pero parecidos. Tampoco es nuevo, pero podemos decir que a medida que pasa el tiempo nos damos cuenta de que es más importante. A los profesionales que trabajan en esta actividad les llamamos trabajadoras domésticas, porque en su mayoría son mujeres, pero con rigor deberíamos llamar al sector “Economía de los cuidados.”

Es difícil calcularlo con precisión, pero en España se estima que hay 376.000 personas que trabajan cuidando de otras personas a domicilio. De estos profesionales, el 95% son mujeres y un 70%, aproximadamente, son extranjeras.

Este es un número de trabajadoras que año tras año no para de crecer. Primero, por el envejecimiento de la población española, y en segundo lugar, por la evolución de la sociedad.

Tradicionalmente, el rol del cuidado recaía sobre las mujeres. Eran las mujeres las que cuidaban de los niños y de los ancianos. Cuando los padres se hacían mayores se trasladaban a vivir a casa de una de sus hijas. En algunas familias solía quedar una hija soltera que sería la que se encargaría de los padres cuando envejecieran.

Con la incorporación masiva de la mujer al mercado de trabajo, este sistema de organización familiar no es posible. No hay que verlo como un retroceso, sino todo lo contrario. Este cambio social ha permitido que las mujeres sean más independientes y que la sociedad, en general, sea más libre e igualitaria.

Pero claro, para hacer frente a este problema es necesario contratar personas de fuera de la familia. Se ha creado un nuevo sector económico. La economía de los cuidados. Hoy, ser trabajadora doméstica no hace referencia a limpiar la casa y hacer las tareas del hogar, sino más bien a cuidar a quien lo necesita. Una labor que, aunque no tiene el reconocimiento social que se merece, es una actividad esencial.

Así nos lo ponen de manifiesto las cuidadoras de A Domicilio, una agencia de Cantabria de asistencia domiciliara, que en sus 15 años de existencia han trabajado en más de 1.000 hogares. Y es que cuidar de personas en su propia casa es una necesidad cada vez más habitual.

Cuidado de personas mayores.

La tarea más frecuente del trabajo a domicilio es el cuidado de personas mayores. Personas que suelen tener problemas de movilidad o de salud, que les dificulta realizar ciertas tareas cotidianas. En ocasiones, la persona receptora del servicio puede tener una enfermedad más grave, como demencia o alzhéimer, lo que requiere un trabajo más especializado.

En varias señoras mayores que conozco, que reciben asistencia a domicilio varias veces por semana, lo que más valoran de sus cuidadoras es la compañía. Entre la cuidadora y la persona cuidada se establece una conexión que va más allá de la mera relación laboral.

El trabajo de cuidado a personas mayores está cada vez más especializado. Tanto es así, que más que una limpiadora, el perfil que demandan los usuarios es una especie de enfermera o, como mínimo, una auxiliar.

La cuidadora o cuidador debe tener conocimientos de geriatría. Debe conocer a un nivel la enfermedad de la persona cuidada, a fin de suministrarle la medicación de manera adecuada y realizar los cuidados oportunos.

Debe ser una persona empática, con habilidad para sintonizar con la persona que cuida y debe ser paciente. A veces, cuidar de otra persona no es sencillo. Debe tener habilidades de comunicación con los familiares y ser, ante todo, una profesional. Respetando la dignidad de la persona cuidada.

Se ha vuelto tan relevante la formación de la cuidadora, que en países como Israel, algunas ONG como AMAIA han impartido cursos para formar a las trabajadoras que cuidan de personas mayores.

Cuidado de los niños.

La atención a los niños pequeños es un reto para las familias modernas. En la mayoría de las familias, los dos padres trabajan. Aunque se suelen organizar para atender a los hijos, suele haber intervalos de tiempo que se les escapan.

¿Qué hacer en estos casos? La solución más sencilla es recurrir a la familia. Los abuelos en los últimos tiempos se han convertido en los canguros por excelencia. Pero a veces no es posible recurrir a ellos: viven en otra ciudad, son muy mayores, etc.

Debemos contratar a otras personas para que cuiden de nuestros hijos, aunque sea por unas horas. Esta tarea también forma parte de la economía de los cuidados, si bien, las características del servicio son diferentes al del cuidado de personas mayores.

Los canguros han sido las personas que se han encargado de cuidar de los niños cuando los padres no podían. Esta es una actividad que tradicionalmente ha recaído sobre chicas jóvenes que realizaban esta labor a cambio de una pequeña remuneración extra.

La figura de la canguro se ha desarrollado hasta dar lugar a puestos más complejos, como las “aur pair”, estudiantes extranjeras a las que las familias les cedían una habitación en la casa a cambio de que cuidaran de sus hijos unas horas al día.

La web para padres Sevilla con los peques abre una pregunta interesante: ¿Qué es mejor? ¿Contratar a una canguro o contratar a una agencia de canguros?

Cuando mis hijos eran pequeños contraté varias canguros y tuve diferentes experiencias con ellas. Desde chichas jóvenes que recogían a mis hijos del colegio y al final quedaban con el novio en el parque y no prestaban atención a los niños, hasta una señora mayor que los trataba como si fuera su abuela, pero que solo podía atendernos dos tardes por semana. Si surgía un imprevisto no podíamos recurrir a ella.

Con las agencias no sucede eso. Si por cualquier razón, tu canguro de cabecera no puede encargarse de los niños, la agencia envía a otra en su lugar. Los niños siempre están atendidos. Por otro lado, la agencia garantiza un mínimo de profesionalidad. En la calidad del servicio está la clave de ampliar su cartera de clientes y de fidelizar a los que tiene.

Ahora ha surgido un nuevo servicio. Contratar profesores para cuidar de los niños. De esta manera, el tiempo que estos profesionales se encargan de nuestros hijos, les pueden ayudar con las tareas del colegio o impartir clases de refuerzo.

Servicio de acompañamiento.

El otro día, navegando por Instagram, descubrí el curioso caso de Shoji Morimoto. Un señor japonés de 40 años que se dedica a acompañar a otras personas por dinero. Alquila su acompañamiento por horas. Puede acompañarlos a comer, a ir al médico, a hacer gestiones. Se anuncia como “El hombre que cobra por no hacer nada”. Por lo que cuenta, él solo presta su presencia. Describe su trabajo en el libro “Rental Person”, la persona que se alquila, un libro que se ha convertido en un best seller en Amazon.

La verdad es que cuando leí su historia me pareció un negocio novedoso o, como mínimo, chocante. Pero reflexionando me di cuenta de que Morimoto no había descubierto la rueda. Servicios como este se prestan con cierta frecuencia.

Es el caso de las personas que acompañan a enfermos que están ingresados en un hospital y su familia directa no se puede hacer cargo de ella todo el tiempo. O asistentes que acompañan a personas mayores a realizar gestiones administrativas o burocráticas.

Son tareas o circunstancias de la vida en las que no nos gusta estar solos y tener alguien a nuestro lado nos aporta seguridad.

La ley de dependencia, la asignatura pendiente.

Si hablamos del cuidado de personas, un apoyo institucional importante es la “Ley de Dependencia”, una ley innovadora en los servicios sociales que aprobó el gobierno de Zapatero en el 2006.

Esta ley presta ayuda asistencial y económica a personas que motivos de salud necesitan un cuidador durante gran parte de día. En teoría, supone una ayuda significativa para estas personas y sus familias. Sin embargo, la aplicación real de la ley no ha sido la esperada.

Señala el periódico elDiario.es que desde el 2020 hasta la actualidad han fallecido 126.123 personas beneficiarias de la ley, sin haber percibido ninguna ayuda. El 2024 cerró con una lista de más de 290.000 usuarios desatendidos a la espera de algún trámite.

Los servicios sociales son una competencia transferida a las comunidades autónomas. La atención al dependiente varía en función del lugar de España donde nos encontremos. Canarias es la comunidad autónoma con un mayor nivel de desatención. Un 41,8% de las solicitudes de ayuda a la dependencia reconocidas no han recibido ninguna prestación.

En el lado opuesto se encuentran Navarra y Galicia. Aquí solo el 2,2 y el 3,4% de las solicitudes reconocidas están sin atender.

La ley establece un plazo de 120 días para estudiar los expedientes de los solicitantes, de manera que la administración se pronuncie sobre si la persona tiene derecho o no a las ayudas públicas. Solo Euskadi y Castilla-León cumplen los plazos de la ley. En algunas comunidades autónomas la tramitación del expediente supera el año.

Todo lo que estamos viendo son temas sociales importantes, que deben tener un reflejo económico para que sean eficaces. Aquí radica la importancia de la economía de los cuidados.

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