Cuando alguien dice que quiere dedicarse al arte, especialmente a algo tan específico como la escultura, suele recibir miradas de reprobatorias. Es común escuchar comentarios como: “Eso no tiene futuro”, “¿De qué vas a vivir?” o “Mejor busca algo más seguro en lo que trabajar y haz eso como un hobby”. Vivimos en una época donde las profesiones artísticas, que antes eran motivo de orgullo y reconocimiento, ahora parecen ser vistas como sueños poco realistas. Pero, ¿por qué hemos llegado a esto?
De artesanos respetados a profesiones olvidadas
En el pasado, ser artesano o escultor no solo era respetado, sino que era una posición de prestigio. Si eras talentoso, podías vivir bien de tu oficio. Grandes escultores, como Miguel Ángel o Bernini, eran considerados genios, y sus trabajos eran encargados por la nobleza y las instituciones más importantes. Los artesanos, ya eran ebanistas, orfebres o alfareros, también tenían un lugar destacado en la sociedad. Sus habilidades no solo eran indispensables para la vida cotidiana, sino que representaban el alma cultural de una comunidad, siendo admirados y bien remunerados por su destreza.
Hoy, esas mismas profesiones son vistas de forma diferente. La sociedad moderna, con su enfoque en la tecnología y el capitalismo, ha dado mayor prestigio a profesiones como la ingeniería, la medicina o las relacionadas con la informática. Estas ocupaciones son vistas como el camino seguro hacia el éxito, mientras que dedicarse al arte o a la artesanía se percibe como un simple hobby o, en el peor de los casos, una decisión imprudente, que rara vez lleva a una estabilidad económica. Un sueño de niños.
Sin embargo, esta percepción no es igual en todas partes del mundo. Poca gente sabe que, en países como Japón, los artesanos son venerados como “tesoros nacionales vivos” cuando alcanzan un nivel excepcional de maestría, y sus conocimientos se preservan con un cuidado reverente. También en algunos lugares de Europa, como Italia o Francia, las profesiones artísticas tienen un mayor reconocimiento y respeto. Allí, los talleres de escultura, cerámica o ebanistería son parte integral de la cultura local, y la gente está dispuesta a pagar por la calidad y el carácter único que ofrecen.
Esto nos demuestra que estas profesiones no se ven de igual forma en todo el mundo, sino que cambian según el contexto y el lugar. También son más valoradas en los países y las culturas que se esfuerzan por preservar lo tradicional sobre lo moderno.
Se debe entender que ahora todos los esfuerzos de los gobiernos y las empresas de algunos países parecen estar enfocados a la productividad, la tecnología y la ciencia. Degradando con ello lo artesanal, espiritual y humano, que es algo que es implícito en nuestra naturaleza. Por tanto, a pesar de lo que crean algunos, no es una tendencia que vaya a durar mucho en el tiempo.
Profesiones artesanales que merecen más reconocimiento
Entre las profesiones artesanales que han sido menospreciadas, la escultura destaca de manera particular. Ser escultor requiere años de práctica, creatividad, una técnica impecable y una conexión emocional con el material con el que se trabaja. Cada pieza es el resultado de horas de dedicación y un profundo entendimiento de cómo dar vida a algo que, en principio, es inanimado. Sin embargo, pocos entienden el esfuerzo y la pasión que conlleva este arte.
Lo mismo ocurre con otros oficios como la cerámica, el bordado o la carpintería artística. Estas disciplinas también exigen una combinación de habilidades técnicas, paciencia y una sensibilidad artística única. Muchas de estas habilidades están desapareciendo porque las generaciones más jóvenes no ven futuro en ellas, lo que representa una pérdida incalculable para la cultura y el patrimonio. Cada vez son menos las personas que aprecian el valor de una pieza hecha a mano frente a un producto fabricado en masa.
Además, estos oficios no solo tienen un valor cultural, sino también emocional. Un mueble artesanal, una cerámica pintada a mano o una escultura única cuentan historias y transmiten emociones que los productos industrializados no pueden replicar. La falta de aprecio hacia estos trabajos no significa que sean irrelevantes o carentes de potencial. Más bien, demuestra la desconexión que existe entre las personas y los procesos creativos detrás de los objetos que usamos o admiramos. Reivindicar estas profesiones no solo preserva el pasado, sino que también fomenta una mayor apreciación por el arte y la creatividad en la sociedad actual.
Por culpa del consumismo en masa, todo lo que podemos comprar ahora lleva implícita la marca de la obsolescencia programada. Fabricando en masa productos asequibles, todos iguales y con materiales poco duraderos, que obligan a comprar repetidamente el producto cuando se daña. Eso es algo que no pasaba antiguamente, ya que todo lo que se hacía se hacía bien y con materiales tan duraderos que podía estar en buenas condiciones durante siglos.
Cómo ganarse la vida siendo escultor
Para entender mejor cómo es posible dedicarse profesionalmente a la escultura en un mundo donde esta profesión parece estar en declive, consultamos a Ángeles Anglada, de Esculturas Anglada. Una destacada artista que lleva años creando esculturas llenas de sentimiento y que ha logrado posicionarse en este difícil mercado con sus preciosas piezas.
Ángeles nos cuenta que la clave para triunfar como escultor es combinar pasión, perseverancia y un enfoque estratégico:
Encuentra tu estilo propio
Actualmente, la competencia es bastante alta. Lo que, sin duda, te hará destacar va a ser tu sello personal. Dedica tiempo a explorar diferentes técnicas y materiales hasta encontrar lo que mejor representa tu visión artística.
Crea una marca personal
No basta con ser un buen escultor; Necesitas también saber cómo presentarte al mundo. Tener un portafolio bien cuidado y una presencia activa en redes sociales puede marcar la diferencia.
Aprovecha las oportunidades locales
Participar en exposiciones, ferias de arte y eventos culturales te ayudará a conectar con clientes potenciales ya darte a conocer en tu comunidad.
Explora mercados internacionales
No limites tu trabajo a un solo lugar. Gracias a internet, puedes llegar a compradores y coleccionistas de todo el mundo que aprecian el arte y están dispuestos a pagar por él.
Valora tu trabajo
Uno de los errores más comunes entre los artistas es subestimar el valor de sus creaciones. Aprende a poner un precio justo a tus piezas, considerando el tiempo, los materiales y el esfuerzo invertido.
Educa a tu público
Muchas personas no entienden lo que implica crear una escultura, y es tu labor educarlas. Comparte tu proceso creativo, explica la historia detrás de cada pieza y resalta por qué tu trabajo es especial.
Por último, recuerda que ser escultor no solo es vender tus piezas, sino de construir un nombre. Cada obra que creas llevará un mensaje, una emoción o un fragmento de su propia historia y la tuya.
Los tiempos cambian, pero el arte persiste
Es importante recordar que lo que hoy no se valora puede ser altamente apreciado en el futuro. Las modas cambian, y lo que parece irrelevante en una época puede convertirse en objeto de admiración y respeto en otra. Grandes movimientos artísticos como el impresionismo o el surrealismo fueron rechazados en sus inicios, pero terminaron marcando hitos en la historia del arte y transformando la forma en que entendemos la creatividad.
Por eso, si tienes un talento, no lo escondas. Nunca sabrás el impacto que puedes tener si no te atreves a mostrarlo. Muchos de los artistas más grandes enfrentaron rechazo y dificultades en su época, pero persistieron porque creían en lo que hacían. Si ellos se hubieran rendido, el mundo se habría perdido de sus invaluables contribuciones.
La escultura, al igual que otras formas de arte, tiene el poder de transformar espacios, evocar emociones y contar historias que trascienden el tiempo. Cada obra creada tiene el potencial de dejar una huella única en la humanidad. No permitas que el miedo al fracaso o la falta de reconocimiento te detengan. Si sientes que has venido al mundo para crear, hazlo. A veces, el mayor triunfo no es el éxito inmediato, sino la valentía de seguir adelante.
El valor de no rendirse
Para ilustrar lo importante que es seguir adelante, hay historias de escultores y artistas que empezaron con grandes dificultades, pero lograron triunfar. Desde creadores que vendían sus obras en mercados locales hasta aquellos que ahora exponen en museos internacionales, todos tienen algo en común: no dejaron que las circunstancias definieran su destino.
Un claro ejemplo es el caso de un escultor español que, tras años de rechazo, decidió emprender un taller para enseñar su técnica a niños y jóvenes. Con el tiempo, su dedicación atrajo la atención de galerías de arte, y hoy es reconocido no solo por sus piezas, sino también por su labor como mentor.
Sigue adelante con tu pasión
Ser escultor en los tiempos que corren no es fácil, pero tampoco es imposible. Si sientes la llamada del arte, sigue adelante. Puede que enfrentes críticas, dudas y desafíos, pero recuerda que lo importante no es el reconocimiento externo, sino la satisfacción de saber que estás haciendo lo que amas.
El mundo necesita más arte, más personas que se atrevan a romper moldes ya expresarse de manera auténtica. Así que toma tus herramientas, modela tus ideas y deja que tu talento sea capaz por sí mismo. Nunca sabes cuántas vidas puedes tocar con una sola obra.