Ser emprendedor es una actividad que no está hecha para todas las personas. Hay que tener mucho valor para enfrentarse a un contexto con el que supone ser emprendedor, el que supone dirigir un negocio. Tu puesto de trabajo, el dinero que recibes a final de mes y, en líneas generales, tu futuro, dependen de ti mismo, de las ideas que tengas y de cómo gestiones cada uno de los recursos con los que cuentas para sacar adelante el negocio. No es nada fácil hacer frente a todo eso día a día. Hay muchas cosas que pueden salir mal si no cuentas con una cabeza bien amueblada.
Lo primero que hay que tener para que un negocio disponga de cierto éxito es una buena idea. Debemos hacer un estudio del mercado previo para comprobar cómo está el sector en el que nos queremos introducir. Si está demasiado ocupado, es bastante posible que no vayamos a tener éxito porque haya gente que tenga a sus empresas de preferencia y no esté dispuesta a cambiar. En cambio, si ese sector no está todavía demasiado explotado, tendremos la oportunidad de conseguir unos beneficios mucho más acordes a lo que nos imaginamos cuando hablamos de éxito.
Incluso con una buena idea, es necesario que tengamos buenas dotes en lo que tiene que ver con la gestión de las personas que se encuentran a nuestro cargo y de los recursos económicos con los que contamos. Si hacemos inversiones en partidas en las que no era necesario hacerlas y a otras que sí que las requieren no destinamos el dinero suficiente, está claro que nuestro proyecto se va a ver abocado al fracaso incluso aunque la idea que tengamos entre manos sea magnífica.
Es cierto que el emprendedor no debería sentirse solo a la hora de acometer todos los proyectos que tiene entre manos, especialmente si su negocio es una pequeña o mediana empresa o si acaba de nacer. En una noticia publicada en el diario Expansión en el año 2007 se decía que el 60% de las empresas que se crean desaparecen en menos de dos años. Varios años más tarde, la situación sigue siendo la misma. Las empresas recién creadas son las que corren un riesgo más grande y eso muchas veces se podría evitar si hubiera algo más de apoyo por parte de las instituciones públicas y también, por qué no decirlo, de las entidades privadas.
Uno de los principales motivos por los que las empresas recién creadas desaparecen antes de los dos años tiene que ver con la falta de liquidez con la que cuentan, aunque este es un problema que, como vais a ver, es propio de muchas otras empresas más asentadas del mundo sector correspondiente. En una noticia publicada por el diario El País, en concreto en su sección Cinco Días, se alude a la liquidez como uno de los principales problemas de las pymes en España. En 2022, eran 700.000 las pymes que disponían de problemas de liquidez en el interior de nuestras fronteras, refrendando de esta manera el problema del que estamos hablando.
¿Qué pasos decidí seguir yo?
Quiero contaros parte de mi experiencia personal como emprendedor porque siento que puede ser de ayuda para muchas personas que os hayáis incluido dentro de este contexto o que lo estáis pensando de cara a un futuro. Mi negocio es una pyme que fue montada hace tres años, justo después de la pandemia. A lo que me dedico en concreto es a la venta al por menor de ropa de deporte, un bien que siempre he creído que ha estado muy bien demandado por la sociedad y que no contaba con ningún negocio concreto dentro de mi localidad.
En principio parece una buena idea, ¿verdad? Os puedo corroborar que así ha sido, pero que no ha sido un camino de rosas llegar hasta la consecución de beneficios. Ha habido momentos complicados, especialmente durante los primeros meses en los que, como veréis lógico, no podía saber con cuánto apoyo iba a contar.
Los primeros meses fueron especialmente duros porque tenía que hacer frente a muchos pagos y no contaba con la liquidez suficiente. Es exactamente el mismo problema del que se estaba hablando más arriba. El caso es que debía hacer frente a una primera compra de ropa de deporte a los proveedores, a una reforma del local en el que he querido instalarme y a una campaña de marketing que nunca puede faltar cuando se inaugura un nuevo negocio. Aunque contaba con algo de dinero para empezar mi proyecto, lo cierto es que se acumulaban los gastos y me hacía falta dinero líquido para poder salir adelante. En caso de que no lo consiguiera, iba a tener problemas más pronto que tarde.
Contacté con el banco de referencia para saber si podía contar con su apoyo para obtener esa liquidez que me hacía tanta falta. Su respuesta fue del todo negativa. Contacté también con otro tipo de bancos a los que les ofrecí todo tipo de avales, pero la respuesta volvió a ser la misma que en la primera ocasión. Muchas veces es complicado dar con alguien que confíe en ti y en el proyecto que tienes entre manos. Yo lo he vivido en primera persona y la verdad es que es una situación angustiosa. Pero no por eso hay que bajar los brazos. Soluciones siempre hay para todo menos para la muerte.
Comencé a pensar en otro tipo de posibilidades para obtener liquidez y pronto me di cuenta de que hay una variedad muy grande de fórmulas para hacerlo. Mi caso particular se relaciona directamente con Findango Finance porque fue a través de ellos como empecé a usar fórmulas como el anticipo del cobro de pagarés y de contratos, algo que fue fundamental para que pudiera empezar a trabajar con normalidad y darle forma a mi proyecto. Tengo que decir que, de no haber seguido estos pasos, podría haberse acabado demasiado rápido mi sueño de ser emprendedor.
Este tipo de pasos son especialmente necesarios cuando un negocio tiene un recorrido muy corto y necesita todas las ayudas posibles para dar el salto definitivo. Cuando somos una entidad a la que ya todo el mundo conoce y que es considerada como fiable por todos nuestros clientes potenciales, es bastante más probable que podamos generar por nosotros mismos la liquidez que nos hace falta. Pero la cosa no es tan fácil cuando nuestro negocio es un recién nacido. La verdad es que, en mi caso particular, ya no hace falta que reciba ayuda en términos de liquidez por parte de nadie porque puedo generarla por mí mismo.
Una tesitura en la que se encuentran muchos negocios
Han sido años muy complicados en España. Nos hemos enfrentado primero a una de las peores crisis económicas de la Historia, la que comenzó en el año 2007 y que dejó a más de cinco millones de parados en España. Años más tarde, y superada esa crisis, nos tuvimos que enfrentar a una crisis económica como la que se derivó del coronavirus, para la cual absolutamente nadie estaba preparado y que tuvo consecuencias nocivas para buena parte del tejido empresarial español.
Con todo lo anterior os quiero decir que es bastante fácil que haya miles y miles de negocios en España que tengan problemas de liquidez todavía a día de hoy. Porque, aunque la crisis del coronavirus ya se ha dado por finalizada en muchos aspectos, en materia económica todavía sigue arrastrando alguna de las consecuencias que tuvimos que padecer a lo largo de los años 2020 y 2021. Y desde los bancos, entidades financieras e instituciones públicas se debe hacer todo lo que sea posible para mantener a flote a las empresas de nuestro país.
Hay que tener en consideración que las empresas generan los puestos de trabajo que al final van a ser los que proporcionen dinero a las familias y los que garanticen el consumo futuro. Si queremos que la rueda siga girando y que el consumo de todo tipo de productos esté vivo y siga creciendo, debe haber puestos de trabajo en todos los sectores que proporcionen a las familias esos ingresos de los que estamos hablando. Si yo tengo una empresa con varias personas a cargo y no recibo la ayuda que necesito, es probable que tanto yo como mis empleados nos quedemos sin ingresos muy pronto.
La economía también es algo que depende de la solidaridad que haya entre las personas y entre las distintas entidades. No siempre se suele tener esta concepción de la economía, pero la realidad es esa. Si las empresas no contratan los servicios de otras empresas, si los bancos no echan un cable a las entidades que más lo necesitan y si las instituciones públicas no ayudan con algún tipo de beneficio a las entidades más pequeñas, nos vemos abocados al desmantelamiento de nuestro tejido empresarial. Y eso no lo podemos permitir.