Cirujano oral

Los tratamientos que realiza un cirujano oral.

Si bien no podemos decir que sea una profesión nueva, los cirujanos maxilofaciales o cirujanos orales son uno de los especialistas más demandados, en la actualidad, en las clínicas dentales. La razón es que estas clínicas son cada vez más especializadas y realizan operaciones de mayor complejidad. Te hablamos de los tratamientos que efectúa un cirujano de esta especialidad en una clínica dental.

Para ser cirujano maxilofacial, la página web del Hospital Universitario Gregorio Marañón de Madrid aclara que es necesario haber completado la carrera de medicina, haber aprobado el MIR y recibir una formación especializada de 5 años en un hospital público acreditado, como residente, donde se obtiene la formación específica de cirujano oral y maxilofacial. Con esa formación, que nunca es inferior a 11 años, el facultativo puede decidir si continuar en la sanidad pública o pasarse a la privada.

Ante la pregunta de si un odontólogo puede convertirse en cirujano maxilofacial, la respuesta es no, al menos por el procedimiento tradicional. Un cirujano maxilofacial tiene una formación médica y quirúrgica más completa que un odontólogo. Debe conocer las estructuras anatómicas de la mandíbula, el cráneo, los músculos faciales y su interrelación entre ellos, así como con otras partes de cuerpo como el oído y el cuello.

Los cirujanos de Mavident, una clínica dental de Don Benito (Badajoz), que desde su planteamiento multidisciplinar prestan servicios de cirugía oral, dicen que la cirugía maxilofacial es una rama quirúrgica que se encarga del estudio, diagnóstico, prevención y rehabilitación de enfermedades congénitas adquiridas en el cráneo, la cara, la cabeza, el cuello y la cavidad oral. En el campo de la salud dental trabajan, sobre todo, los problemas derivados de una relación defectuosa entre los dientes y las estructuras óseas de la cabeza. Tal y como ellos indican, estos son los tratamientos más habituales de los que se suelen encargar en una clínica dental.

Trastornos de la articulación temporo-mandibular.

La disfunción de la articulación temporo-mandibular (A.T.M.) es un trastorno que afecta a la unión entre la mandíbula y el cráneo, una estructura compleja que permite abrir y cerrar la boca, masticar y hablar. En condiciones normales, ambas partes se mueven con suavidad gracias a un pequeño disco de cartílago, el menisco articular, que actúa como amortiguador. Sin embargo, cuando este disco se desplaza o se inflama, se produce una presión anómala sobre músculos, huesos y terminaciones nerviosas, provocando dolor, rigidez y molestias que pueden irradiarse hacia el cuello, la cabeza y los oídos.

Este problema, más común de lo que parece, puede llegar a afectar de manera importante la calidad de vida del paciente. Estudios recientes estiman que millones de personas padecen algún grado de disfunción de la A.T.M., con una incidencia notablemente mayor en mujeres de entre 35 y 45 años. Las causas no están del todo claras, aunque se cree que influyen factores como la predisposición genética, el estrés, ciertos hábitos en cuanto a la postura de la mandíbula o el bruxismo (rechinar los dientes de manera inconsciente). En las mujeres, también podrían influir los cambios hormonales y los procesos naturales de descalcificación ósea.

Los síntomas suelen comenzar con dolor al masticar o al abrir la boca, acompañado a veces de un chasquido o sensación de bloqueo de la mandíbula. Con el tiempo, las molestias pueden extenderse a otras zonas del rostro, originando cefaleas, rigidez muscular e incluso zumbidos en los oídos o mareos.

Para diagnosticar correctamente la disfunción, los cirujanos maxilofaciales recurren a un estudio clínico exhaustivo, apoyado por pruebas de imagen como radiografías, resonancias o tomografías, que permiten evaluar con precisión el estado de la articulación.

En cuanto al tratamiento, los especialistas combinan distintas estrategias según la gravedad del caso. Entre las más habituales se encuentran los ejercicios de relajación y fortalecimiento mandibular, el uso de medicación analgésica o antiinflamatoria y, sobre todo, las férulas de reposicionamiento mandibular. Estas férulas, fabricadas a medida, ayudan a recolocar la mandíbula y a descargar la presión sobre el menisco.

En casos más severos, puede requerirse una intervención quirúrgica para restaurar la posición del menisco. Sea cual sea el método elegido, el objetivo siempre es el mismo: aliviar el dolor, devolver la funcionalidad a la mandíbula y permitir al paciente recuperar la normalidad en su vida cotidiana.

Eliminación de quistes y tumores.

De la eliminación de quistes y tumores que pueden aparecer en la cavidad bucal, también se encargan los cirujanos orales, ya que esta eliminación se efectúa mediante una extirpación quirúrgica. Según la web para sanitarios Manuales MSD, estos son los más habituales:

  • El Mucolete. Este es un quiste de moco que se forma en el interior del labio o de la mejilla a consecuencia de recibir un golpe o por un gesto como morderse el labio. Suele desaparecer con el tiempo, aunque hay que estar vigilante para que no se infecte.
  • Quiste folicular. Se forma alrededor de la corona de un diente que aún no ha emergido, como las muelas del juicio. Este quiste puede convertirse en un foco de infección.
  • Quiste radicular. Surge en la punta de la raíz de un diente provocado, por lo general, por una caries que ha infectado la pulpa. La parte interna del diente por la que transitan los nervios.
  • La Ránula. Este quiste se forma en la base de la boca, debido a un bloqueo de las glándulas salivares. Puede ser benigno, como en el caso del adenoma pleoformo, que aparece como un bulto indoloro que va creciendo con lentitud, o puede ser maligno, dando lugar a la aparición de una modalidad de cáncer de boca.
  • Quiste gingival o de erupción. Este es un quiste que sufren los niños y que aparece como pequeñas bolitas en las encías, cuando están saliendo los dientes de leche. Este quiste es benigno y suele desaparecer solo.
  • Tumores odontogénicos. A pesar de su nombre, no hay que alarmarse. No suelen ser malignos. Los odontomas, el tumor más habitual de este tipo, es un crecimiento anormal de las células de los dientes, que parecen piezas dentales adicionales y deformes. No son invasivas, ni producen metástasis. Aunque es conveniente extirparlos quirúrgicamente.
  • Carcinoma o cáncer oral. Este si es un asunto que nos debe preocupar. Suelen ser células escamosas que se forman en el interior de las mejillas, de los labios o en el suelo de la boca.

Colocación de implantes para prótesis fijas.

Esta debe ser, probablemente, la tarea que más realicen los cirujanos orales en las clínicas dentales. Por supuesto, de la colocación de implantes se puede encargar un implantólogo; es decir, un odontólogo que se ha especializado en la colocación de estos apósitos mediante la realización de másteres o cursos de perfeccionamiento. Sin embargo, algunos pacientes puede presentar complicaciones adicionales que dificulten la instalación del implante, como carencias en cuanto a la calidad o cantidad del hueso alveolar, lo que hace más recomendable la intervención de un cirujano.

Aparte de la colocación de injertos para promover la regeneración ósea, que facilite la colocación de implantes en estos caso tan delicados, la tecnología médica ha desarrollado otras alternativas como los implantes angulados o los micro-implantes que se adaptan a las características particulares del estado de la mandíbula del paciente.

Otra solución novedosa, los implantes pterigoideos se integran directamente con unos huesos que se encuentran en la base del cráneo y no con los huesos alveolares o maxilares, como sucede con la mayoría de los implantes.

Un asunto tan delicado, como es la colocación de implantes, requiere muchas veces un conocimiento integral de las estructuras óseas de la cabeza que hace aconsejable la intervención de un cirujano.

Extracciones complejas. 

Algunas extracciones dentarias requieren un procedimiento quirúrgico especial debido a su complejidad. Es por ejemplo, la extracción de muelas del juicio que aún no han emergido, pero que se han convertido en una fuente de infección. En estos casos no se puede llevar a cabo una extracción estándar, ya que la pieza dental ni tan siquiera ha salido a la superficie.

Otras extracciones complejas son aquellas en las que la raíz del diente se ha fracturado. Con una extracción normal se dejaría una parte del diente dentro de la encía, lo cual dificulta la colocación de un implante y lo peor de todo, se puede infectar, dando lugar a casos severos de periodontitis.

Algunos dientes que han desarrollado raíces deformes dificultan su extracción por el procedimiento habitual. Lo que obliga al cirujano a intervenir.

Las extracciones complejas tienen un periodo de recuperación más largo. El cirujano es probable que recete antibióticos, analgésicos y antiinflamatorios para impedir que la herida se infecte, para controlar la inflamación y para evitar el dolor.

Para efectuar estas extracciones es normal que el cirujano efectúe una incisión en la encía, que separe los tejidos, desinfecte la zona y aplique algún tipo de sutura. A los 7 o 10 días es habitual tener una visita médica para comprobar que no han surgido complicaciones y retirar los puntos.

Estas extracciones se realizan siempre con anestesia. En algunas ocasiones, anestesia general, en función de la complejidad del caso.

 

 

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