Cuando se trata de nuestros hijos todos somos fotógrafos aficionados ¿Pero cuántas fotos de las que les hacemos realmente merecen la pena? Seguramente muy pocas. Por eso vamos a dar unos sencillos consejos para que puedas presumir de hijos… y de fotografías.
- Lo fundamental es tener cerca la cámara de fotos: a veces ese gesto, ese movimiento se produce cuando menos lo esperas, piensa en las primeras sonrisas del bebé, en su primer gran descubrimiento o en sus primeros pasos. Si no quieres que ese momento pase de largo debes estar preparado.
- Busca la postura perfecta: no tengas miedo de tirarte al suelo para quedar a su altura, o incluso por debajo, prueba y verás la diferencia. A veces las fotografías desde “arriba” distorsionan.
- No tengas miedo de acercarte: usa el zoom para tomar detalles de sus ojos, de sus manos, su boca, etc. La fotografía “de cuerpo entero” no siempre es la mejor, a veces son imágenes que reflejan un pequeños detalle de su cuerpo las más hermosas.
- Utiliza la luz de manera indirecta: el flash puede llegar a ser molesto, sobre todo para niños muy pequeños, que pueden llegar a asustarse. Y realmente tampoco es necesario, puedes ayudarte de la luz natural si te sitúas cerca de una ventana y utilizas la iluminación natural para resaltar, por ejemplo, el rostro del bebé simplemente consiguiendo que la luz le dé de forma lateral sobre él
- Usa el blanco y negro: cualquier programa de fotografía te permite pasar del color al blanco y negro. Haz la prueba, seguro que algunas de las fotos ganan fuerza y expresividad.
- Con niños mayores tendrás que conseguir su colaboración: prueba a convertir la sesión de fotos en un juego, ayúdate de juguetes u objetos que les resulten familiares, si consigues distraerlos las fotografías resultarán más espontáneas y naturales. Y, sobre todo, no les canses, no conseguirás nada.